Hoy me voy a dirigir a la Selección Argentina del Sudamericano de Lima, con un equipo que dejó una marca en el futbol argentino. En esa época, no se jugaba como ahora con un 4-4-2, o muy pocos equipos con un 4-3-1-2, sino que se jugaban con cinco delanteros, dos en el medio y tres en defensa.
Argentina llevó a uno de sus equipos de pibes más brillantes a esa edición a la capital de Perú, que se recuerde hasta hoy en día. Este equipo que trascienden con el paso del tiempo y quedará siempre en la memoria de la afición futbolera.
El seleccionado ganó el Sudamericano 1957, hoy Copa América. Ese conjunto tuvo un apelativo que lo distingue en la historia: “los carasucias”. La Selección Argentina presentó un grupo de jugadores más brillantes de la Copa América del momento. Fueron bautizados de esa manera por su frescura y unos pibes que jugaban como grandes.
Esa selección apenas duró un suspiro, fueron seis partidos: ganó, gustó y goleó. Vapuleó a Brasil, que un año después en Suecia lograría su primer título Mundial de la mano de un adolescente, al que el mundo lo empezó a conocer como Pelé. Aquel conjunto orientado por Guillermo Stábile tenía un patrón dentro de la cancha: Néstor Pipo Rossi, en aquel tiempo que se marcaba con tres en el fondo. Delante de Rogelio Domínguez, al arco, en defensa Cacho Giménez, Pedro Dellacha y Federico Vairo.
Adelante: Omar Oreste Corbatta un puntero derecho habilidoso punzante, y cuando lo necesitaba Pipo Rossi, lo llamaba para que sea salida con su velocidad y creatividad. Por el otro costado, jugaba Ángel Schandlein preparado para cuando lo necesitaran y el equipo ayudaba en el fondo. Todo lo demás era ofensiva, Humberto Maschio y Enrique Omar Sívori, jugaban unos metros más atrás armando el juego y llegando al área. Maschio era el cerebro del equipo, Sívori el atorrante y gambeteador, y bien adelante Antonio Valentín Angelillo por el medio y como puntero izquierdo Osvaldo Cruz.
Argentina con su juego y audacia para atacar dejaba asombrado a los espectadores. El conjunto fue dejando sin chance a sus rivales, a Colombia lo goleó 8 a 2, a Chile 6 a 2, a Ecuador 3 a 0, a Uruguay 4 a 0 y a Brasil 3 a 0. Y como anécdota queda la derrota frente a Perú con un equipo suplente. Marcaron 25 goles en seis partidos, Maschio fue el goleador del equipo con nueve tantos.
Ninguno de tres “carasucias” pasaban los 22 años, y ninguno de los tres era un centro delantero clásico de área. Llegaban con toques y gambetas, es cierto, había menores rendimientos físicos en aquel tiempo, pero la calidad técnica superaba lo físico y nunca se midió según las contexturas.
Guillermo Stábile era un entrenador que no hablaba mucho, pero les daba libertades a sus jugadores. Aquel equipo del 57, fue campeón de América con una inolvidable delantera: Omar Corbatta, Humberto Maschio, Antonio Angelillo, Enrique Sívori y Osvaldo Cruz. Corbatta fue el garrincha argentino, un loco que enloquecía a sus rivales a pura gambeta y era un wing de colección. Enrique Omar Sívori, surgido de las inferiores de River, triunfador en Italia (en cuya selección también jugó), fue un zurdito talentoso. Lástima que los carasucias se fueron enseguida a Europa, ni Sívori, ni Maschio y ni Angelillo estuvieron en el desastre de Suecia 1958. Tal vez respondiendo a una iniciativa errónea de Raúl Colombo, interventor de AFA (y por la soberbia argentina que siempre nos creemos los mejores). No pidió a los cracks a Italia, porque dijo “que en nuestro país tenemos jugadores de sobra”.
En Suecia fue una de las peores Selección Argentina. No logró pasar ni la fase de grupo después de la humillación ante a Checoslovaquia que goleó por 6 a 1. Por eso siempre rescato. Pensamos que el fútbol pasa por nuestro intelecto, capacidad y dominio del balón, hasta que alguien nos pone en el lugar que merecemos.
Nota escrita por: José María Matos
Twitter. @josema1345
Instagram, @josemaria.matos.98
Comments