Cualquier jugador profesional que juega en el fútbol de primera división, daría lo que sea para convertir en un clásico cuatro goles. Eso fue lo que ocurrió una tarde del domingo 3 de febrero de 1974. Ese día jugaban en la Bombonera por la 1° fecha del Metropolitano Boca y River. El local derrotó al Millonario por 5 a 2, en donde Carlos María García Cambón se despachó con cuatro goles. García Cambón había llegado al Xeneize para cubrir el puesto del número 9, que había dejado vacante el cordobés Hugo Curioni, vendido al fútbol francés.
Según decía su técnico Rogelio Domínguez al equipo le faltaba gol, claro Curioni era un centro delantero de área. Pero Cambón no era un delantero que se quedaba tomando mate y esperando que le llegara una pelota para hacer un gol, si no que se tiraba atrás para llegar jugando al arco con Potente y Ferrero. El jugador cordobés había jugado en el conjunto de la ribera 168 partidos y convertidos 68 goles. Ese domingo, hacia su debut en Boca el goleador que venia de Chacarita, en donde había sido campeón en 1969 con el Funebrero.
60 segundos le bastaron al debutante para estampar el primer grito. Largo pelotazo de Alberto Tarantini, se quedaron dormido los defensores de la Banda. El que no durmió fue García Cambón que le ganó en el pique a la defensa, y la colocó junto a un palo de Fillol sobre el poste izquierdo. Pero River llegó rápido al empate a través de Jorge Ghiso. Bajo un cielo nublado y húmedo, el Xeneize volvió hacerse dueño del encuentro. Sobre el final del primer tiempo, el héroe de la jornada el de los dos apellidos, aprovechó una mala salida del pato Fillol y de cabeza puso el segundo.
En el complemento, el local aumentó ventaja, pero esta vez fue el puntero izquierdo Enzo Ferrero de penal, ese fue el único que no hizo el goleador. A los pocos minutos después, descuenta el Millonario a través de Enrique Wolff de penal. Pero Boca seguía siendo más, la sociedad entre Potente, García Cambón y Ferrero funcionaba a las mil maravillas. A los 66 minutos, llegó el cuarto marcado por García Cambón en una gran jugada en ataque de la delantera.
La jornada le estaba saliendo como lo había planificado su técnico, y la sociedad entre los tres delanteros funcionaba como lo quería Domínguez. En ese momento, Boca tenía un 10 como Osvaldo Potente, un habilidoso jugador de toda la cancha, que manejaba el equipo y desde la mitad de campo con panorama para buscar siempre a un compañero mejor ubicado. También tenía un fuerte carácter, y que daba la pauta quien era el dueño del equipo. Así fue como llegó el quinto, una hermosa pared entre el diez y el nueve, pique corto para batir por cuarta vez y el quinto para Boca. Fillol ese día tuvo una tarde oscura, como el cielo que caía sobre la Bombonera.
Ese es el récord de Carlos María García Cambón, que hoy después de 46 años sigue siendo el único jugador en marcar cuatro goles en un clásico.
Nota escrita por: José María Matos
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