La historia de San Lorenzo es muy particular, fue el primer grande en jugarla y el último en ganarla. Primero voy hacer un comentario como nació el club azulgrana, la idea de Lorenzo Bartolomé Martín Massa fue solidaria y constructiva. El sacerdote salesiano de Boedo negoció con los chicos que pasaban horas y horas jugando en la calle. Él le abría las puertas del oratorio de San Antonio para que practicaran deportes, a cambio, le aseguraran su presencia en la misa todos los domingos. Así nació San Lorenzo de Almagro el 1 de abril de 1908 hace 112 años.
El surgimiento de los clubes en Argentina, y en otras partes del mundo, es bastante similar porque son una contención para los chicos que corren detrás de una pelota. El origen de San Lorenzo no solo está ligado a la contención, al espacio recreativo y barrial, sino también a la religión. Su propio nombre es muestra clara de esto, un Santo llamado Lorenzo.
La relación entre el club de Boedo y la Copa Libertadores, está atravesada por la religión y desencuentros. La expectativa y la desilusión, fue el primero de los cinco grandes en jugarla y el último en ganarla. En su debut estuvo muy cerca de cumplir el sueño, pero la desilusión se impuso. Porque en 1960 quedó eliminado en semifinales ante Peñarol.
Desde ese día al Ciclón se le negó la copa, y cargo durante muchos años de ser el único de los cinco grandes de Argentina de no haberla conseguido. La ansiedad y la presión crecían, pero finalmente en el año 2014 el destino del equipo de Boedo cambió. En diciembre del 2013 de la mano de Juan Antonio Pizzi, el Cuervo se consagra campeón del Torneo Inicial. Y finalmente tras 54 años de espera y de anhelar con todas las fuerzas, los hinchas azulgranas pudieron gritar su primera Copa Libertadores.
El 13 de agosto del 2014, el tránsito y los accesos de la calle aledañas de San Juan y Boedo estaban cortado. La parcialidad de los Cuervos estaba acariciando la gloria. Los gladiadores para el encuentro frente a Nacional de Paraguay fueron: Torrico, Buffarini, Cetto, Más, Ortigoza, Mercier, Cauteruccio, Matos, estos son algunos que coreaban sus nombres esas 44 mil almas que se dieron cita en el Gasómetro.
A los 35 minutos, Ortigoza marcaba el único gol del partido de penal. La hinchada grito lo más fuerte de sus entrañas. Ese tanto marcaria para siempre la historia del Ciclón y la hinchada lo sabían.
Nota escrita por José María Matos
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